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Con Sal en los Labios

Escritos Favoritos

19 días y 500 noches... Joaquín Sabina

19 días y 500 noches...  Joaquín Sabina

Uno de mis favoritos, con tanto que nos ha dado, con su voz ronca y tosca, y esas letras que atraviesan incluso las piedras, y hasta hacen saber "rico" el sufrimiento... 

Con el gusto inolvidable de haber charlado con él más de un par de veces, "increíble" sería su mejor descripción; por eso le admiramos tantos alrededor del mundo. Que no hace falta ni presentarlo pero me atrevo: El maestro de maestros, Joaquín Sabina.

                     https://www.youtube.com/watch?v=cmmJ1uiRiUM

El dulce sabor de una mujer exquisita

El dulce sabor de una mujer exquisita

Una mujer exquisita no es aquella que más hombres tiene a sus pies, si no aquella que tiene uno sólo que la hace realmente feliz.

Una mujer hermosa no es la más joven, ni la más flaca, ni la que tiene el cutis más terso o el cabello más llamativo, es aquella que con tan sólo una franca y abierta sonrisa y un buen consejo puede alegrarte la vida.

Una mujer valiosa no es aquella que tiene más títulos, ni más cargos académicos, es aquella que sacrifica su sueño temporalmente por hacer felices a los demás.

Una mujer exquisita no es la más ardiente (aunque si me preguntan a mí, todas las mujeres son muy ardientes…Los que estamos fuera de foco somos los hombres) sino la que vibra al hacer el amor solamente con el hombre que ama.

Una mujer interesante no es aquella que se siente halagada al ser admirada por su belleza y elegancia, es aquella mujer firme de carácter que puede decir NO.

Y un HOMBRE... UN HOMBRE EXQUISITO es aquel que valora a una mujer así...

Que se siente orgulloso de tenerla como compañera…. Que sabe tocarla como un músico virtuosísimo toca su amado instrumento… Que lucha a su lado compartiendo todos sus roles, desde lavar platos y atender tripones, hasta devolverle los masajes y cuidados que ella le prodigó antes…

La verdad, compañeros hombres, es que las mujeres en eso de ser ’Muy machas’ nos llevan gran recorrido… ¡Qué tontos hemos sido -y somos- cuando valoramos el regalo solamente por la vistosidad de su empaque… ¡Tonto y mil veces tonto el hombre que come mugre en la calle, teniendo un exquisitito manjar en casa’

Gabriel García Márquez

Hoy ten miedo de mí...

Hoy ten miedo de mí...

Hoy que llevo en la boca el sabor a vencido, procura tener a la mano un amigo que cuide tu frente y tu voz, y que cuide de ti, para ti y tus vestidos, y a tus pensamientos mantenlos atentos y a mano tu amigo.


La importancia de verte y morderte los labios de preocupación, es hoy tan necesaria como verte siempre, como andar siguiéndote con la cabeza en la imaginación.


Porque sabes y si no lo sabes no importa, yo sé lo que siento, yo sé lo que cortan después unos labios, esos labios rojos y afilados, y esos puños que tiemblan de rabia si alguien se acercara a ti.


Hoy procura que aquélla ventana que mira a la calle en tu cuarto, se tenga cerrada, porque no vaya a ser yo el viento de la noche, y te mida y recorra la piel con mi aliento, y hasta te acaricie y te deje dormir.


Y me meta en tu pecho y me vuelva a salir y respires de mí, o me vuelva una estrella y te estreche en mis rayos, y todo por no hacerme un poco de caso, ten miedo de mayo, y ten miedo de mí.


Porque no vaya a ser que cansado de verte, me meta en tus brazos para poseerte, y te arranque las ropas, y te bese los pies, y te llame “mi diosa”, y no pueda mirarte de frente, y te diga llorando después:

“Por favor tenme miedo, tiembla mucho de miedo mujer, porque no puede ser...”              

 Fernando Delgadillo.

El Exito

El Exito

Yo creo que el éxito no está en lo económico. Yo creo que una persona no es de éxito porque le va bien en los negocios o le va bien profesionalmente o saca 10 en la escuela. Creo que eso es lo que menos vale. Lo que vale es tener los pies en la tierra, la familia - el concepto de familia-, los amigos. Apreciar las cosas que tienen valor verdadero, no material, no físico necesariamente.

El éxito no tiene que ver con lo que mucha gente se imagina. No se debe a los títulos nobles y académicos que tienes, ni a la sangre heredada o la escuela donde estudiaste. No se debe a las dimensiones de tu casa o de cuantos carros quepan en tu garaje. No se trata de si eres jefe o subordinado; o si eres miembro prominente de clubes sociales. No tiene que ver con el poder que ejerces o si eres un buen administrador o hablas bonito, si las luces te siguen cuando lo haces. No es la tecnología que empleas. No se debe a la ropa que usas, ni a los grabados que mandas bordar en tu ropa, o si después de tu nombre pones las siglas deslumbrantes que definen tu estatus social. No se trata de si eres emprendedor, hablas varios idiomas, si eres atractivo, joven o viejo.

El éxito... Se debe a cuánta gente te sonríe, a cuánta gente amas y cuántos admiran tu sinceridad y la sencillez de tu espíritu.Se trata de si te recuerdan cuando te vas. Se refiere a cuanta gente ayudas, a cuanta evitas dañar y si guardas o no rencor en tu corazón.

Se trata de que en tus triunfos estén incluidos tus sueños. De si tus logros no hieren a tus semejantes. Es acerca de tu inclusión con otros, no de tu control sobre los demás.

Es sobre si usaste tu cabeza tanto como tu corazón, si fuiste egoísta o generoso, si amaste a la naturaleza y a los niños y te preocupaste de los ancianos.

Es acerca de tu bondad, tu deseo de servir, tu capacidad de escuchar y tu valor sobre la conducta. No es acerca de cuantos te siguen si no de cuantos realmente te aman. No es acerca de transmitir, si no cuantos te creen si eres feliz o finges estarlo. Se trata del equilibrio de la justicia que conduce al bien tener y al bien estar. Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad invicta y tu deseo de ser más, no de tener más. Esto es éxito!   

Carlos Slim.

Más Allá...

Más Allá...

Cuando das sin esperar, cuando quieres de verdad, cuando brindas perdón, en lugar de rencor, hay paz en tu corazon. Cuando sientes compasión, del amigo y su dolor, cuando miras la estrella, que oculta la niebla, hay paz en tu corazón. Más allá del rencor, de las lágrimas y el dolor, brilla la luz del amor, dentro de cada corazón. Ilusión, Navidad, pon tus suenos a volar, siembra paz, brinda amor, que el mundo entero pide más. Cuando brota una oración, cuando aceptas el error, cuando encuentras lugar, para la libertad, hay una sonrisa más. Cuando llega la razón, y se va la incomprensión, cuando quieres luchar, por un ideal, hay una sonrisa más. Hay un rayo de sol, a traves del cristal, hay un mundo mejor, cuando aprendes a amar. Más allá del rencor, de las lágrimas y el dolor, brilla la luz del amor, dentro de cada corazón. Cuando alejas el temor, y prodigas tu amistad, cuando a un mismo cantar, has unido tu voz, hay paz en tu corazón. Cuando buscas con ardor, y descubres tu verdad, cuando quieres forjar, un mañana mejor, hay paz en tu corazón. Más allá del rencor, de las lágrimas y el dolor, brilla la luz del amor, dentro de cada corazón. Ilusión, Navidad, pon tus suenos a volar, siembra paz, brinda amor, que el mundo entero pide más.

                                                   Gloria Estefan.

Cuando me amé de verdad...

Cuando me amé de verdad...

Cuando me amé de verdad... Comprendí que en cualquier circunstancia yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta, en el momento exacto. Entonces, me relajé. Hoy sé que eso tiene nombre... Autoestima.

Cuando me amé de verdad... Me di cuenta que mi angustia y sufrimientos emocionales no pasan de ser una señal de que voy en contra de mis verdades. Hoy sé que eso es ... Autenticidad.

Cuando me amé de verdad... Dejé de desear que mi vida fuese distinta y comencé a ver que todo lo que sucede contribuye a mi crecimiento. Hoy a eso le llamo... Madurez.

Cuando me amé de verdad... Comencé a entender cómo es ofensivo forzar alguna situación, o a alguien sólo para realizar mis deseos aún sabiendo que no es el momento, ó que la persona no está preparada, ó que ni yo mismo lo estoy. Hoy sé que el nombre a esto es... Respeto.

Cuando me amé de verdad... Comencé a despojarme de todo lo que no fuera saludable: personas, tareas, situaciones, y cualquier cosa que me desanimara. Al principio, mi razón me llamó la atención acerca de esa actitud aparentemente egoísta. Hoy sé que se llama... Amor Propio.

Cuando me amé de verdad... Dejé de temerle a mi tiempo libre y de hacer grandes planes. Abandoné poryectos a muy largo plazo. Hoy hago lo que considero correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé que eso es .... Simplicidad.

Cuando me amé de verdad... Desistí de querer tener siempre la razón y al hacerlo cometí menos errores. Así descubrí la ... Humildad.

Cuando me amé de verdad... Dejé de revivir el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida realmente ocurre. Hoy vivo, un día a la vez, eso es... Plenitud.

Cuando me amé de verdad... Entendí que mi mente puede perturbarme y decepcionarme, pero cuando la coloco al servicio del corazón, se torna una enorme y valiosa aliada. Todo eso es... Saber Vivir.

Kim  McMillen  &  Alison  McMillen

Fragmento del libro:

“Quando  me  amei  de  verdade”

Traducción al español por Eduardo e Irany Lecea.

Queda Prohibido

Queda Prohibido

Queda prohibido llorar sin aprender, levantarte un día sin saber que hacer, tener miedo a tus recuerdos. Queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños. Queda prohibido no demostrar tu amor, hacer que alguien pague tus deudas y el mal humor. Queda prohibido dejar a tus amigos, no intentar comprender lo que vivieron juntos, llamarles solo cuando los necesitas. Queda prohibido no ser tú ante la gente, fingir ante las personas que no te importan, hacerte el gracioso con tal de que te recuerden, olvidar a toda la gente que te quiere. Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo, no creer en Dios y hacer tu destino, tener miedo a la vida y a sus compromisos, no vivir cada día como si fuera un ultimo suspiro. Queda prohibido echar a alguien de menos sin alegrarte, olvidar sus ojos, su risa, todo porque sus caminos han dejado de abrazarse, olvidar su pasado y pagarlo con su presente. Queda prohibido no intentar comprender a las personas, pensar que sus vidas valen mas que la tuya, no saber que cada uno tiene su camino y su dicha. Queda prohibido no crear tu historia, no tener un momento para la gente que te necesita, no comprender que lo que la vida te da, también te lo quita. Queda prohibido no buscar tu felicidad, no vivir tu vida con una actitud positiva, no pensar en que podemos ser mejores, no sentir que sin tí este mundo no sería igual.

Pablo Neruda

Elogio de la mujer brava

Elogio de la mujer brava

A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viragos, marimachos. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran "no más usted me avisa y yo le abro las piernas", siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo, y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan, y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan, y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio, y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa, y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche, y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinte añeras (mirémonos el pecho también nosotros, y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar, y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Somos animalitos todavía, los varones machistas, y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes, y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza: nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.

Héctor Abad

Como utilizar la luz de un cometa para alumbrar un burdel.

Como utilizar la luz de un cometa para alumbrar un burdel.

Tal parece que hoy no se es mujer a menos que se tengan las piernas de Sharon Stone, los senos de Pamela Anderson, el lunar de Cindy Crawford y las nalgas de Jennifer López.

La belleza plástica, la proporción de la forma y el esplendor puramente cosmético constituyen la definición, la esencia misma de la mujer contemporánea. La modelo, la vedette de almanaque, la beldad "oficial" son en nuestra sociedad productos de consumo, objetos fabricados para el manoseo mental de la turba, adorno de portadas, sonrisas de cartón, carnada de las pancartas publicitarias. Son deidades ungidas por la sociedad de consumo, fetiches de las masas ciegas, sordas y mudas, ídolos efímeros ante los cuales se prosternan tan sólo los peleles.

Digámoslo alto y claro: por bella que sea, una mujer no es, no puede ser, nunca será una mera calcomanía, un logotipo, un emblema del consumismo auto gratificador. Son muchas las jóvenes que creen tocar el cielo cuando ven esos ojos, esa boca, esos senos suyos merecedores de tan diferente homenaje, engalanar los anuncios de carros, de cigarrillos o cerveza. ¡Valiente titulo de gloria: el saberse la fantasía masturbatoria de una pacotilla de jetas!

¡Usar el cuerpo de la mujer para vender porquerías es como utilizar la luz de un cometa para alumbrar un burdel!

La reducción de la mujer a sus meros atributos físicos es, entre todos los artificios de manipulación que el hombre ha creado para su satisfacción personal, uno de los más viles y nocivos. Entendámoslo de una vez: la mujer no vino al mundo para fungir como un puntual y solícito agente del placer masculino, su misión no estriba en proveer la constante gratificación del macho. ¿Es acaso que unas libras de más privan automáticamente a una mujer de su derecho a ser amada? ¿Por qué si esas son las reglas del juego, lo justo sería que también los hombres, árbitros intransigentes y absolutos de la belleza - se sometan a ellas?

Exijámosle entonces a cada pretendiente la musculatura de Schwarzeneger, la sonrisa de Cary Grant y la gangsteril sexualidad de Robert De Niro: ¡A ver qué pasa! El efecto de tales expectativas sobre el hipertrófico ego del macho latino sería tan devastador, que de inmediato tendríamos una legión de neuróticos e impotentes sexuales por hombres. Y sin embargo, este es, ni más ni menos, el tratamiento que durante siglos hemos infligido a la mujer. Una de las más interesantes --y divertidas-- consecuencias de la liberación femenina es que ahora la mujer puede también darse el lujo de "cosificar" a su compañero, y darle a probar de su propia medicina: compararlo, medirlo, convertirlo en objeto estético y comentar sus dones - o falta de ellos - abierta y desenfadadamente. Ya veremos cuanta inseguridad genera esto en aquellos que alguna vez se autoproclamaran pontífices incontestables de las formas y volúmenes físicos.

No me malentiendan. Nada tan lejos de mí como despreciar la belleza corporal, o ensayar aquí una apología de la fealdad. Bien que mal soy músico y, como todos los de mi gremio, padezco de una incurable debilidad por la magnificencia de los contornos y las texturas. Sostengo tan sólo que la belleza es plural, y se presenta en tantas formas como mujeres hay. No es, en última instancia, la belleza la que suscita el amor, sino el amor el que engendra la belleza.

Mujeres del mundo: cesen de una vez por todas de atormentar sus cuerpos con cirugías plásticas, liposucciones e implantes de silicón a fin de conformar con un arquetipo arbitrario y convencional de belleza, o de secundar los caprichos de algún mae. El problema no está en ustedes, sino en la trágica miopía de sus compañeros, de esos pobres ilusos que tienen la luna en sus manos y aún no se han dado cuenta.

Las mujeres siempre serán bellas, porque jamás conocí a una mujer que no lo fuera. Nada tan hermoso como el cuerpo de la mujer que lleva las marcas de la vida, del trabajo, de la maternidad: desde el punto de vista puramente cosmético es quizás menos glamoroso, pero el hombre sensible sabe reconocer en él la prueba de un rasgo sublime: la capacidad de amar algo o a alguien más que a sí misma, de postergar su propio ser en aras de un hijo, de una obra, de una misión trascendente.

Las arrugas no son vejaciones infligidas por el tiempo, son antes bien títulos de gloria, condecoraciones que la vida nos confiere. Hay fuego en la mujer joven, pero en la mujer madura hay luz, esa luz purísima que vivifica en lugar de abrasar. El mundo esta harto de chiquitas relamidas y carilindas. Denme una mujer verdadera, una mujer con letras Mayúsculas: MUJER, y guárdense a sus muñequitas de almanaque, tan plásticas y deleznables como el papel en que sus sonrisas están impresas.

Denme la mirada alucinada de Juana de Arco cuando auscultaba el silencio; la frente umbría de Marie Curie, altiva en la solitaria vigilia de su trabajo; los senos pródigos de la libertad que conduce al pueblo, tal como lo soñara Delacroix; las manos de Camille Claudel, domadoras del bronce; el delirio de Isadora Duncan; las abismales visiones de Frida Kahlo, la pureza y la humildad magnífica de la Virgen María: he ahí el linaje de mujeres que el mundo necesita desesperadamente. Lo demás, señores, es mera superficialidad.

Jacques Sagot

Desde los afectos

Desde los afectos

 

Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo, que uno sólo debe buscarlo y dárselo, que nadie establece normas salvo la vida, que la vida sin ciertas normas pierde forma, que la forma no se pierde con abrirnos, que abirnos no es amar indiscriminadamente. 

Que no está prohibido amar, que también se puede odiar, que el odio y el amor son afectos, que la agresión porque sí, hiere mucho, que las heridas se cierran, que las puertas no deben cerrarse.

Que la mayor puerta es el afecto, que los afectos, nos definen, que definirse no es remar contra la corriente. Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja, que buscar un equilibrio no implica ser tibio, que negar palabras es abrir distancias.

Que encontrarse es muy hermoso, que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida, que la vida parte del sexo. Que el  “¿por qué?” de los niños tiene su por qué, que querer saber de alguien no es sólo curiosidad, que querer saber todo de todos es curiosidad malsana.

Que nunca está de más agradecer, que autodeterminación no es hacer las cosas solo, que nadie quiere estar solo, que para no estar solo hay que dar, que para dar debimos recibir antes, que para que nos den también hay que saber pedir.

Que saber pedir no es regalarse, que regalarse es en definitiva, no quererse, que para que nos quieran debemos demostrar qué somos, que para que alguien sea, hay que ayudarlo, que ayudar es saber alentar y apoyar, que adular no es apoyar.

Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara, que las cosas cara a cara son honestas, que nadie es más honesto porque no roba, que el que roba no es ladrón por placer, que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo, que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte.

Que se puede estar muerto en vida, que se siente con el cuerpo y la mente, que con los oídos se escucha, que cuesta ser sensible y no herirse, que herirse no es desangrarse, que para no ser heridos levantamos muros.

Que casi todos somos albañiles de muros, que sería mejor construir puentes, que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve, que volver no implica retroceder, que retroceder también puede ser avanzar, que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol…

Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida.

Mario Benedetti

 

Espero curarme de tí

Espero curarme de tí

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.                               

 Jaime Sabines
 

Hay palabras que lo encierran todo... Este es un poema sobre el amor, la ausencia, y las cosas  que  traspasan el corazón... Es uno de mis favoritos.